EUSKERA

 

Un año más, la Semana Santa ha supuesto el regreso de viejas tradiciones y costumbres. En el País Vasco, una de las más bonitas y arraigadas consiste en un regalo especial que la madrina hace a su ahijado durante toda la cuaresma, pero sobre todo en el Domingo de Pascua. Ese regalo es un pan. 

 

Con sumo cariño, la madrina hace el regalo año tras año hasta que el ahijado contrae matrimonio, iniciando su supuesta independencia.

 

Ese pan, de forma triangular y con uno o varios huevos en su centro, que ha sido cocinados en el horno junto a la masa, toma distintos nombres, dependiendo de la zona: se conoce como mokotza (Durangaldea, Arratia), morrokota, karapaixo (Alto Deba), garipaua (Elgeta)… También hay distintas variantes, desde un único huevo a tres y con un chorizo en el centro del pan. 

 

Algunos estudiosos remontan la costumbre a tiempos previos a la romanización. Con esta costumbre daban la bienvenida a la primavera, una “nueva vida” simbolizada por los huevos. El influjo de la Cristiandad desplazó la costumbre a la Cuaresma. 

 

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