Es un clásico. Cenamos con familia o amigos y, al acabar, nos damos cuenta de que hemos comido demasiado. La ciencia ha demostrado que estamos influenciados por nuestros compañeros de mesa a la hora de comer. Pero… ¿hasta qué punto?
Una serie de estudios de los 80, llevados a cabo por el psicólogo especialista en hábitos alimentarios John de Castro, ya evidenciaron las influencias del entorno en la comida; y en 1994, este mismo especialista recopiló datos de más de 500 personas que registraban todo lo relativo a sus comidas diarias y el contexto en que las comían (en compañía o en solitario).

«Diferentes estudios han demostrado la influencia de la compañía a la hora de comer.»

Los resultados demostraron claramente que se come más estando con alguien. De Castro denominó el fenómeno “facilitación social” y lo describió como la “influencia individual más importante y omnipresente sobre la alimentación”. Sus estudios mostraron también que al ser más largas las comidas en grupo, comemos más por ese tiempo extra que estamos sentados en la mesa.
En este mismo sentido se posiciona Mercè Gonzalo, nutricionista, consultora en alimentación y licenciada en Ciencia y Tecnología de los Alimentos. “La comida siempre está influenciada por el contexto social. Cuando comemos solos tenemos menos motivación para preparar alimentos elaborados y atractivos. Cuando estamos solos nos “aburrimos” antes de comer. Cuando comemos acompañados y el momento es distendido, el tiempo de la comida se acaba alargando, e ingerimos más cantidad de alimento”, señala.

«Cuando comemos acompañados, el momento es distendido y el tiempo de la comida se alarga. Ingerimos más cantidad de alimento.»

Eso es lo que demostró, precisamente, otro experimento de 2006, que cita la BBC. Los científicos reunieron a 132 personas y les dieron 12 o 36 minutos para comer galletas y pizza. Los participantes comieron solos, en parejas o en grupos de cuatro. Dentro de los grupos de personas que comieron los mismos minutos, los comensales ingirieron cantidades parecidas, independientemente de la cantidad de gente con la que comían. Esto permitió a los investigadores comprobar que el tiempo de comida más prolongado es clave para comer más.
Cuando cenamos en grupo, la mayor parte de las veces, no nos paramos a pensar, nos lanzamos a pedir otro entrante o postre. Parece que nos relajamos, y antes de hacer la comanda, ya nos prestamos al disfrute. Todo esto llevó a Peter Herman, psicólogo especialista en alimentación de la Universidad de Toronto, a proponer su “hipótesis festiva”: la indulgencia forma parte de las comidas sociales, y así todos podemos comer más sin culpas.

«La indulgencia forma parte de las comidas sociales, y así podemos comer sin culpas.»

Otro de los numerosos estudios sobre esta cuestión, llevado a cabo por la Universidad de Nagoya, en Japón, demostró que los alimentos saben mucho mejor cuando comemos con alguien. Concretamente especificaba que la dulzura se potencia en un 25%, el sabor en un 21% y la percepción de calidad en un 12%.
Quizás por todo eso nos guste compartir mesa a la hora de la comida o de la cena. Aunque no nos comportamos igual con amigos o familia que con colegas de trabajo o jefes. La nutricionista Mercè Gonzalo apunta que “nuestra actitud en un restaurante se verá fácilmente influenciada por el resto de comensales. Si los demás se contienen, tenderemos a contenernos, si comen más, nosotros tenderemos a hacer lo mismo”. El tipo de comida de la que se trate y la relación existente entre comensales también es determinante. “Si se trata de una comida de negocios, entran en juego otros factores como quién paga. Tener un comportamiento social correcto y no alejado de los “superiores” o de con quien hacemos negocios; es importante”.

«Un ejemplo: ese postre que te saltas cuando comes solo, pero que no puedes evitar cuando estás con amigos.»

Otro ejemplo curioso de la influencia de nuestro entorno a la hora de elegir lo que vamos a comer. Según otro estudio de especialistas británicos y canadienses, en el Reino Unido, los comensales eligieron más verduras cuando se colgaron carteles en los restaurantes que decían que la mayoría de los clientes comían vegetales…
¿Somos un rebaño que sigue las señales que nos marcan? ¿Cuántas veces un niño o niña ha comido algo que en teoría no le gusta, porque lo come un amigo o amiga? ¿O al revés, ha dejado de tomar algo porque otro, a quien toma como ejemplo, asegura que es “un asco”? Se piensa que comer como los demás podría ayudar a los niños a desarrollar preferencias por alimentos seguros y nutritivos, y por lo tanto evitar alimentos potencialmente peligrosos. “Podemos aprender por ensayo y error, pero eso es arriesgado y puede ponernos muy enfermos”, decía Suzanne Higgs, profesora de psicobiología de la Universidad de Birmigham.
Rosanna Carceller
 
Fuente: diario «La Vanguardia». Comer
Fotografía: diario «La Vanguardia»
https://www.lavanguardia.com/comer/tendencias/20180606/444120101334/comer-mas-solo-acompanado-alimentacion.html

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