Procedente de Asia, el guisante se da en climas templados y húmedos. Son semillas maduras de la planta, que puede llegar a alcanzar el metro y medio de altura, y se encuentran dentro de una vaina de unos 10 cm. de longitud. La mejor época para comer guisantes frescos es entre febrero y mayo.
Al hablar de guisante convendría precisar que existen dos grandes variedades, dentro del género Pisum, la que se aprovechan solamente los granos (Pisum Sativum) y aquella en la que hasta la vaina es comestible, (Pisum Arvensis) conocida, sobre todo en Aragón, como bisalto o tirabeque. Se denomina así porque se comen metiéndolos enteros en la boca y tirando del pedúnculo, que se extrae unido a los dos filamentos laterales, semejando un tiragomas.
Son ricos en fibras solubles y, por eso, adecuados para regular el azúcar y el colesterol. Por su alto contenido en vitamina B, sirven para fortalecer el sistema nervioso. Los minerales y oligoelementos los convierte en ideales en caso de debilidad y cansancio. Son ricos en proteínas vegetales y tienen propiedades antioxidantes.
Los guisantes son muy sensibles a la cocción, ya que pierden rápidamente gran parte de sales minerales, proteínas y casi todas las vitaminas. Por esta razón, hay que cocinarlos al vapor durante unos pocos minutos. Siempre hay que ponerlos al final de la cocción de los guisos o bien comerlos crudos en ensalada
Hoy en día, es una de las leguminosas más utilizadas en nuestra gastronomía: cremas, purés, guarnición…
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