Existen varios mitos sobre la fibra alimentaria, sustancia esencial para que una dieta se considere sana y equilibrada.  A continuación, alguno de ellos:
La fibra adelgaza
FALSO
Aunque hay una extendida creencia popular de que la fibra no aporta calorías, ya que nuestras enzimas no son capaces de digerirla, esto no significa que adelgace.
De hecho, para ser exactos, la fibra soluble procedente de algunos alimentos (frutas, verduras y legumbres…) es fermentada por las bacterias del intestino grueso transformándose en ácidos grasos de cadena corta que sí pueden aportar alguna caloría (aproximadamente unas 20 KCal al día, si tomamos como referencia la cantidad de fibra recomendada).
Sin embargo, aunque no «adelgace», la fibra es muy beneficiosa en nuestra alimentación (especialmente en las dietas hipocalóricas, diabéticas…). Contribuye a la saciedad (aumenta el tamaño y la viscosidad del bolo alimenticio), modula el paso de la glucosa a la sangre, previene el estreñimiento, y, al estar presente en alimentos de origen vegetal, no aporta excesivas calorías.
Para poder conseguir el aporte de fibra que necesitamos hay que tomar alimentos enriquecidos con esta sustancia
 FALSO
La fibra, de forma natural, aparece en alimentos de origen vegetal: frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales integrales, por lo que, tomando las cantidades recomendadas, se puede conseguir el aporte de fibra necesario.
Realmente los beneficios de un buen aporte de fibra en nuestra dieta (prevención de determinados tipos de cáncer, estreñimiento, alteraciones cardiovasculares…) no pueden atribuirse sólo y exclusivamente a la fibra, sino a la dieta que la acompaña. Un buen aporte de fibra suele ir unido a alimentos de origen vegetal y a cantidades moderadas de alimentos de origen animal, grasas…
La fibra es buena para todas las enfermedades digestivas 
FALSO
Aunque los beneficios de la fibra son innumerables e indiscutibles, debemos de tener en cuenta que, en determinadas circunstancias, una elevada cantidad de fibra puede estar contraindicada. Así, en el caso de gastritis, úlceras o irritación de la mucosa digestiva… no es recomendable su ingesta (especialmente la insoluble, presente en cereales integrales). Tampoco es aconsejable si padecemos gastroenteritis o diarreas por su conocido efecto laxante.
Laura González
Dietista de Gastronomía Baska
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