Entrevista: "Los problemas de autoestima y el bullying son las complicaciones más graves de la obesidad infantil"
Amaya Vela Desojo es médico endocrinóloga infantil del Hospital de Cruces (Bizkaia) y profesora asociada de la UPV/EHU (Universidad del País Vasco). Además, es miembro de importantes sociedades médicas, tales como la SEEN (Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición), la SEEDO (Sociedad Española para el estudio de la Obesidad) y coordinadora del grupo de trabajo de la Obesidad de la SEEP (Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica) hasta Mayo de 2015.
¿Se puede hablar actualmente de una epidemia de obesidad infantil?
Desgraciadamente, podemos afirmar con rotundidad que, desde hace varios años, la obesidad se ha convertido en la gran epidemia del siglo XXI, afectando tanto a niños como a adultos.
¿A qué edad deben preocuparse los padres por el sobrepeso de sus niños?
Los padres deben preocuparse siempre que su hijo presente sobrepeso, pero sí es cierto que existen dos momentos en los que la vulnerabilidad para padecer una obesidad futura es mucho mayor. Existe una fase fisiológica que se denomina “rebote adiposo” y suele producirse sobre los 6-7 años. Cuanto antes se produce el rebote adiposo, mayor es la predisposición a padecer obesidad en un futuro, por lo que si un niño por debajo de los seis años ya tiene sobrepeso hay que preocuparse. Otro momento también delicado por muchos factores es la adolescencia.
«La edad entre los 3 y 8 años es fundamental para crear unos hábitos saludables.»
¿Son conscientes los padres de la importancia de unos hábitos saludables y una alimentación equilibrada para dar ejemplo a sus hijos?
Es curioso como los padres cuidamos la alimentación del niño pequeño de forma tan minuciosa, introduciendo progresivamente los diferentes alimentos hasta los dos años de vida. Este periodo debería marcar una conciencia clara de su importancia. Sin embargo, hay muchos factores que cambian y dificultan el continuar con unas pautas sanas. Entre otros, los padres vamos perdiendo la autoridad que teníamos en edades más precoces y los niños pasan a ocupar un papel en las decisiones familiares: cómo y qué se come. También, la madre trabajadora no ha sabido o podido pasar el rol de cocinera al padre y, ante la falta de tiempo, se recurre cada vez más a comidas pre-cocinadas, rápidas…
Yo diría que la edad entre los 3 y 8 años es fundamental para crear unos hábitos saludables. Los padres tenemos que ser perseverantes. Tenemos que ser conscientes de que crear buenos hábitos alimentarios, por mucho que cueste, es una garantía de salud para toda la vida. Por ejemplo, hay gente que falsea los sabores de pescados y verduras con salsas y rebozados, pero éste no es el camino más adecuado. Debemos insistirles en su consumo porque es algo bueno para ellos.
¿Es decisiva la genética en el desarrollo de la obesidad o es un factor más?
Por supuesto que la genética influye en la obesidad: en la forma de menor gasto energético, en la ganas de hacer o no ejercicio, en la forma de vehiculizar la ansiedad por ejemplo e incluso en las apetencias por ciertos alimentos. Pero este tipo de genética se contrapesa con hábitos de vida saludables. Son muy pocas las alteraciones genéticas que abocan indefectiblemente a una obesidad (se pueden contar con los dedos de la mano). Pero incluso padeciendo una de estas enfermedades, yo me sorprendo cada día con el buen hacer de los padres de niños afectados por estas enfermedades genéticas, como sucede, por ejemplo, con el Síndrome de Prader-Willi.
«Las consecuencias de la obesidad son devastadoras a largo plazo.»
¿Hay un incremento de las patologías relacionadas con el incremento de peso?
Las consecuencias de la obesidad son devastadoras a largo plazo. La obesidad provoca problemas ortopédicos (artrosis…), metabólicos (diabetes, hipercolesterolemia…), aumento de la incidencia de cáncer, alteraciones hepáticas… pero yo, como endocrinóloga infantil, señalaría los problemas de autoestima y el bullying como las complicaciones más graves.
¿El cambio en los hábitos alimenticios es uno de los principales responsables del aumento de la obesidad?
No sólo se ha producido un cambio de hábitos alimentarios sino un CAMBIO EN LOS HÁBITOS DE VIDA. Son muchos los cambios que han tenido lugar en poco tiempo: la falta de tiempo de los padres y los platos precocinados o fast-food, el no comer en familia, el que los niños coman viendo la televisión, los juegos con las consolas y videojuegos que implican un mayor sedentarismo infantil, la falta de sueño (ya que en la propia habitación tienen televisión, consolas, móviles)….
¿La comida rápida es perjudicial siempre, hay que espaciarla?
La comida rápida es una gran solución puntual en ciertos momentos, de precio barato y raciones grandes. Pero, en ningún caso se puede convertir en la base de nuestra alimentación por el alto grado de grasas saturadas con las que cuentan. No deben ser prohibidas pero si ser excepcionales, sólo para ciertos acontecimientos.
¿Es importante el número de ingestas al día?
El número de ingestas no es algo establecido, ya que depende de la edad, tipo de trabajo y horarios. Lo que sí está claro es que menos de tres comidas al día favorece la obesidad y más de cinco comidas (tres comidas principales y 2 “tentempiés”) tampoco es adecuado.
«Para concienciar a la sociedad sobre la obesidad infantil, la educación y la prevención, tanto en el hogar como en el colegio, son fundamentales»
¿La Administración y los medios de comunicación deberían realizar un mayor esfuerzo para concienciar a la sociedad sobre la obesidad?
La Administración hizo una apuesta fuerte con la creación de la Estrategia NAOS (Estrategia para la Nutrición, Actividad física y Prevención de la Obesidad) en el año 2005 desde el Ministerio de Sanidad del Gobierno del Estado Español que se propagó a todas las Comunidades Autónomas. Se basaba en publicitar la importancia de la fruta y verdura, la importancia del deporte…. y, si bien es muy meritoria la labor divulgativa realizada a través de su página web, no ha tenido desgraciadamente una gran trascendencia. Me imagino que la crisis económica ha tenido algo que ver. También, hay que citar, dentro de la Estrategia NAOS, el Código PAOS (Código de Regulación de la Publicidad de Alimentos y Bebidas dirigida a menores para la Prevención de la Obesidad y Salud) que implica a un gran número de asociaciones (supermercados, empresas de la industria alimentaria…) que se comprometen a crear una publicidad sana para proteger a los menores de edad. Sin embargo, es la educación y prevención, tanto en hogares y colegios, el punto fundamental en este problema.
¿Habría que comenzar por mejorar la educación nutricional?
No creo que haya una falta de información sobre este tema sino más bien de interés, cierta desidia. Por ejemplo, hace un año se hizo un bonito proyecto desde el Colegio de Médicos de Bizkaia. Consistía en una serie de charlas sobre la prevención de la obesidad dirigidas a los padres en las que participábamos varios profesionales en varias localidades. Se suspendieron por la falta de asistencia y eso que se celebraron a última hora de la tarde para adecuarse a los horarios de trabajo.
En el otro extremo tenemos a los niños que comen mal ¿hay que respetar a un niño que no quiere más?
Depende de a qué se llama mal comedor y ahí también hay diferentes grados. Pero un niño que es capaz de comer de todo, está sano y que siempre ha estado delgado no hay que insistirle para que coma más. Todavía en ciertos núcleos se confunde salud con sobrepeso.
¿Se han hecho estudios de cómo es la situación en Euskadi?
Se han hecho muchos estudios y la prevalencia de la Obesidad claramente está aumentando. Sin embargo, en 2008, nosotros hicimos un trabajo de prevención “ErosotasunaZainduz” en cuatro centros escolares de la comarca de Uribe Kosta (Sopelana, Urduliz, Berango y Gorliz) y nos quedamos sorprendidos de la baja prevalencia de obesidad en los escolares. Con ello, llegamos a la conclusión de que en lugares rurales no es tan alta como en otras zonas.
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