El dietista-nutricionista Aitor Sánchez considera que la industria de la alimentación y los medios de comunicación lanzan mensajes confusos a la sociedad imponiendo una especie de “dietarquía”. Para ayudar al individuo a crear un espíritu crítico contra las garras de la publicidad acaba de lanzar “Mi dieta ya no cojea” en la que explica, por ejemplo, que comer seguro no es lo mismo que comer sano. “Comemos peor que nunca desde el punto de vista de la salud”, afirma.
En una entrevista con EFE Salud, Aitor Sánchez define “Mi dieta ya no cojea” (Editorial Paidós) como una guía práctica que ayuda a ordenar “el caos en el que nos ha sumido la industria alimentaria” ya que, la mayoría de mensajes que recibimos, proceden de un sector regido por “intereses económicos” y no de la ciencia, lo que provoca “un clima de desinformación y caldo de cultivo para mitos y dietas y productos milagro”.
Y contra esa confusión este tecnólogo de los alimentos apela a la responsabilidad de la administración, “que no siempre ha estado del lado de la salud pública al no tomar medidas efectivas para implementar políticas y ambientes saludables”.
Por eso critica el plan del Ministerio de Sanidad y la industria alimentaria para reducir hasta un 10% los azúcares añadidos en alimentos y bebidas al estimar que “no solo es una estafa, sino que su repercusión en la salud es mínima”.
Opina que se trata de “un lavado de imagen” de la industria alimentaria y del Gobierno ya que “se debe reducir el consumo de bollos, no consumir bollos maquillados como sanos porque tengan un gramo menos de azúcar”.

“Hay que fomentar alimentos sanos y desincentivar los malsanos y de la mano de la industria alimentaria primaria hortifrutícola, no con la industria de las marcas.»

También las sociedades científicas tienen que estar del lado de la promoción de esos alimentos saludables (frutas, verduras, hortalizas, legumbre…) “y no aliarse con la industria para maquillar alimentos malsanos. Un paté con menos sal sigue siendo malsano”, señala el asesor y colaborador en diferentes programas y medios de comunicación.
Por eso cree que el papel de los dietistas-nutricionistas es “desmentir el mensaje” de la publicidad. “Se promociona el producto que paga la publicidad de la industria del alimento malsano, no hay anuncios en prime time de judías verdes, pero sí de refrescos”, manifiesta.

Los mensajes confusos que desarma Aitor Sánchez

Aitor Sánchez, que pertenece a la sociedad científica Dietética Sin Patrocinadores, critica también los mensajes confusos que llegan a la sociedad. Muchos de esos mitos y falsas realidades ya los explico en su anterior superventas, “Mi dieta cojea”.
Pero en el nuevo libro quiere seguir aportando conocimiento para desterrar creencias erróneas. Y una de ellas es la que iguala los conceptos “comer seguro” y “comer sano”.
“Comer bollos -pone como ejemplo- es seguro pero no saludable. Nuestros problemas de salud no son por infecciones, sino por malos hábitos continuados. Comemos peor que nunca desde el punto de vista de la salud y mejor que nunca respecto a la seguridad”.
Otra falsedad es “creer que solo es sano lo que está sin procesar” y afirma que es importante saber distinguir entre los alimentos procesados sanos, como verdura congelada o legumbres en botes, de otros envasados, por lo que hay que fijarse, en las etiquetas, “más en los ingredientes (sodio, azúcar, grasas…) y menos en los valores”.
Tampoco está a favor de las recomendaciones de consumos moderados que incluyen las guías y pirámides de alimentación.

“Ningún alimento que sea sano necesita que se advierta de su consumo y, si se hace, es que ya sabemos que es perjudicial”, apunta Aitor Sánchez respecto a la cerveza, el vino, los dulces o los embutidos.

Considera que, aunque la moderación pueda ser compatible con una dieta saludable, “hay que decir que no tomar esos alimentos y bebidas sería mejor para la  salud. Pero la administración y las sociedades científicas se encuentran muy cómodos en el mensaje de que  hay que comer de todo con moderación”.
Una moderación dentro de unos hábitos de vida que se relacionan también con el ambiente obesogénico que nos rodea, como el tiempo de ocio que practicamos, normalmente alejado de lo saludable. Es más común quedar a tomar unas cañas (alcohol) que para practicar deporte.
“Los valores de la sociedad están alejados de la salud, vivimos en una cultura que ridiculiza lo saludable. Una buena salud suele ser sinónimo de no consumo”, se lamenta.

Los retos del día a día

Comer fuera de casa a diario, comer de tupper, no saber cocinar, no tener tiempo….retos dentro y fuera de casa a los que nos enfrentamos con la alimentación.

“Comer sano no es más caro, es que comer mal es muy barato e imbatible”

La compra puede ser uno de ellos. Por eso considera que el supermercado “es un riesgo en sí mismo” y aconseja comprar en un mercado o, en su caso, “en un súper como si fuera un mercado, sin ir a esos pasillos de helados, cereales, galletas o refrescos…y centrarnos en los de materias primas y procesados de calidad”.
Y respecto a los productos ecológicos cree que “tienen más imagen que certezas” y que crean expectativas que no son reales. “Si queremos contribuir al medio ambiente, aconsejo comer menos carne y más legumbres”, señala el nutricionista.

¿Por qué fallamos en la alimentación infantil?

Otro desafío es la alimentación infantil. ¿Por qué los mayores se sientan en la mesa con un plato de verdura y los niños con otro de arroz con tomate?
“Los niños pueden comer lo mismo que los adultos pero en menor cantidad”, asegura el dietista-nutricionista quien se opone a los menús infantiles repletos de alimentos menos saludables.

“Los niños pueden comer lo mismo que los adultos pero en menor cantidad.”

“Desde los cuatro-seis meses acostumbramos a los niños a unos umbrales irreales de sabor con papillas, potitos, leches de continuación que son demasiado sabrosos y están extremadamente dulces. Les encanta y cuando tienen edad de tomar verduras dicen que te las comas tú”, apunta el experto quien recomienda revertir progresivamente esa situación.
Para el dietista-nutricionista vivimos en una especie de “dietarquía”, un modelo de dieta  impuesto por las instituciones de poder, es decir, el resultado de la información y presión recibida desde el sistema educativo y sanitario, desde los medios de comunicación, la legislación y el sistema de distribución y compra de alimentos, como explica en “Mi dieta ya no cojea”.
Por eso, para salir de la dietarquía, Aitor Sánchez nos da una receta: desarrollar a nivel individual un espíritu crítico y no recurrir sistemáticamente a lo que nos vende la publicidad.
Ana Soteras
 
Fuente: EFE Salud
Fotografía: EFE Salud
www.efesalud.com/aitor-sanchez-dieta-nutricion

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