El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) presentaba en la Jornada “Buceando en las tendencias de los españoles” un estudio dirigido a desvelar el comportamiento sociológico de los españoles, su vinculación con los hábitos de compra alimentarios y el estilo de vida.
El director general de la Industria Alimentaria, José Miguel Herrero, fue el encargado de presentar la Jornada “Buceando en las tendencias alimentarias de los españoles” donde se mostraron los resultados del estudio. Los primeros datos revelan que el 21,2% de la población considera imprescindible conocer el origen de los productos que consume. De esta forma, el origen y el precio son determinantes a la hora de realizar la compra de alimentos.

«Se trata de un estudio sobre el comportamiento sociológico de los españoles, su vinculación con los hábitos de compra alimentarios y el estilo de vida.»

Algunos de los productos más demandados para el etiquetado nutricional son las bebidas alcohólicas de alta graduación y el vino. Un 75,2% considera que el vino debería llevar un etiquetado nutricional (6,7 puntos más que en el año 2015). En el caso de las bebidas alcohólicas de alta graduación también se detecta un alto consenso a favor de su etiquetado, estando un 77,2% de los entrevistados “muy a favor” (9,7 puntos más que en 2015). Además del etiquetado nutricional en las bebidas alcohólicas de alta graduación, un 86,3% demanda más información acerca de los problemas de salud que pueden causar (3,2 puntos más que en 2015).
A este respecto, las personas favorables al etiquetado llevan hábitos de vida saludables, es decir, hacen deporte o caminan en mayor medida, y están preocupadas por su salud, siendo un ejemplo de ello el realizarse revisiones médicas todos los años. En estos etiquetados son muchos los ingredientes en los que se fijan los consumidores. Las personas suelen, fundamentalmente, cerciorarse de la cantidad de azúcares, tipo de aceite usado, grasas, grasas saturadas y aditivos, especialmente quienes siguen una dieta sana y equilibrada.
A su vez, el interés por la cocina y la alimentación aumentan. Cocinar por placer en los ratos libres es un hábito cada vez más frecuente en España, en cuatro años ha aumentado 6,5 puntos. Las personas que habitualmente cocinan por placer son mujeres, +13,0 que los hombres que lo hacen habitualmente. Esta situación se ve propiciada porque las fuentes de información son muchas y diversas. En 2018, el principal medio para informarse sobre la alimentación y nutrición son los blogs y foros (50,4%), seguidos de las redes sociales (47,1%). A cierta distancia se sitúan los nutricionistas (42%) y los médicos (38,8%).

«El 21,2% de la población considera imprescindible conocer el origen de los productos que consume.»

El valor del tiempo se refleja directamente en los hábitos de cocina de la población. La escasez de tiempo lleva a planificar con antelación lo que se va a comer, productos fáciles y rápidos de preparar, repetir las mismas comidas semana tras semana, usar un robot de cocina o improvisar con lo que hay en la nevera. Pero, también se aprecia la relevancia del “placer por la comida” en quienes prueban a realizar recetas nuevas, cocinan pan o pasta fresca de forma artesanal y cultivan su propia comida en huertos. De igual forma, el valor del tiempo se ve reflejado en la expansión y uso de la compra por internet en grandes almacenes, supermercados o hipermercados, siendo el 17,6% de las personas en 2018 las que se decantan por las compras en internet.
Según las conclusiones del estudio, ciertos estilos de vida favorecen no tener hábitos alimentarios ordenados en el hogar o a comprar más de lo necesario, propiciando así el desperdicio alimentario. Un 41% de las personas que habitualmente comen fuera de casa, en restaurantes o bares, al menos dos o tres veces a la semana, desperdicia alimentos, sin olvidar que, un 30% de los que van en coche al trabajo también desperdician. Los consumidores que más desechan alimentos son el grupo de jóvenes menores de 24 años, con una diferencia de casi 15 puntos porcentuales respecto al grupo que menos desperdicia, el comprendido entre los 60 y 65 años. Las personas mayores parecen estar influenciadas por su pasado, habiendo experimentado momentos de escasez. Este grupo de edad, que nació entre 1953 y 1958, trae consigo una “educación” diferente cuando se trata de manejar alimentos.
Este estudio de ámbito nacional, realizado a finales de 2018 con un universo de más de 8.500 residentes en España, responde a la necesidad de conocer al nuevo consumidor para elaborar nuevas estrategias. El consumidor es cada vez más exigente y está más informado. Se trata de consumidores que aprecian el valor, la calidad y el reconocimiento que aportan los diferentes alimentos de España. Son responsables en su consumo y valoran los productos, gastronomía y diferentes estilos de vida.
Beatriz García Contreras
 
Fuente: El Correo de Andalucía
Fotografía: El Correo de Andalucía

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