Las Navidades son sinónimo de un tiempo para disfrutar de la comida con familia y amigos, pero en algunas ocasiones, también de excesos que nos pueden acompañar a lo largo de todas las fiestas.
Si tenemos en cuenta que las calorías de un menú de Navidad pueden multiplicar por tres las de cualquier ingesta equilibrada del resto del año (generalmente con un extra de azúcares, grasas saturadas y alcohol), no debe sorprendernos que algunos estudios indiquen que podemos estrenar el Año Nuevo con entre medio y dos kilos de más.
Cometer algunos excesos en días puntuales (siempre que no exista contraindicación médica) no supone ningún problema para la salud. De hecho, es algo natural para poder satisfacer el aspecto psicológico y sociológico que cubre la alimentación (y es que no debemos olvidar que alimentarse es mucho más que nutrirse)
La cuestión es que las Navidades se alargan más allá de lo deseable: Pueden comenzar cuando los primeros turrones aparecen en las estanterías del supermercado y prolongarse hasta principios de Enero, con las ofertas de roscones de Reyes, mientras que en el período comprendido estas dos fechas, nuestras agendas se ven salpicadas de comidas y cenas familiares, de empresa, de amigos…
Podemos comer de todo, siempre que sea con moderación. Si las comidas copiosas las limitamos a los días señalados en rojo en el calendario y mantenemos una alimentación saludable el resto del período navideño, podremos disfrutar de unas Navidades agradables, sin sorpresas ni consecuencias negativas.
En cualquier caso, con unos pequeños consejos podremos disfrutar en estas fechas sin que se resienta nuestra salud ni nuestros bolsillos, y seguir manteniendo unos hábitos adecuados para invertir en salud:

-Para poder terminar bien… hay que empezar bien:

Los entremeses o entrantes parecen imprescindibles en cualquier mesa de Navidad que se precie, y, de hecho, un buen aperitivo nos permitirá saciarnos y no tomar con tanta ansia el plato principal.
-Podemos incluir en nuestra mesa platos como champiñones al ajillo, setas a la plancha  con especias, espárragos… Sustituyendo la mayonesa u otras salsas ricas en grasa por una vinagreta elaborada con aceite de oliva, vinagre, cebolla y pimiento, el plato será menos calórico pero con un aporte nutritivo más rico.
-Si queremos marcar un punto diferente, el paté tradicional o foie-gras se puede sustituir por paté de aceituna, (verde o negra), con su peculiar sabor y textura y rico en grasas    monoinsaturadas (beneficiosas para la salud). Otra opción de productos untables es el hummus (pasta elaborada a base de garbanzo)
-Para ir abriendo boca, otros entrantes pueden ser consomés, sopas o cremas de verdura, tostas de pan integral con tomate natural y queso de untar, brochetas de berenjena y queso fresco, calabacín salteado con tomate, lasañas vegetales…
Por último, si retiramos los entrantes una vez se haya servido el resto de platos, evitaremos seguir «picando» por el simple hecho de tenerlo delante (por ejemplo, los embutidos)

-Plato principal: La estrella de la fiesta

Llegados al plato principal, hay varios puntos a tener en cuenta:
-Las aves (pollo, pavo, pularda) contienen menor cantidad de grasa que las carnes de cordero o de cerdo.
-Un buen pescado asado al horno es un plato sabroso, saludable, fácil de preparar y de digerir.
-Si acompañamos el plato principal de una guarnición vegetal, como ensalada, patatas cocidas, puré de patata, crema de manzana o ciruelas, frutos secos…mejoraremos no solo la presentación, sino también el valor nutritivo del plato.
-Moderar el tamaño de las raciones: Una ración de productos proteicos (carnes, pescados, huevos) debería situarse en torno a los 100-150 g. Teniendo en cuenta que de por sí, el menú  de estos días suele contener más platos de lo habitual, no merece la pena superar esta cantidad. Si queremos dar la imagen de un plato más lleno, podemos aumentar la cantidad de guarnición vegetal.

-Los postres: Un final feliz.

Un postre navideño no tiene porqué ser necesariamente excesivamente calórico, sobre todo, teniendo en cuenta que probablemente, después, en la sobremesa vamos a seguir “picando”.
-Podemos finalizar la comida con postres saludables como brochetas de fruta, piña fresca o en su jugo, compota de Navidad, frutos rojos con yogur o queso de untar, peras al vino…
-Los dulces típicos (turrones, mazapanes, peladillas, polvorones…) deberíamos reservarlos para los días de “fiestas de guardar”. Como hemos mencionado anteriormente, el período navideño puede alargarse durante varias semanas, por lo que si compramos estos productos con mucha antelación corremos el riesgo de abrirlos “antes de tiempo”.

 -Y a la hora de los brindis… ¡Salud!

El alcohol puede disfrutarse sin problemas siempre que se tome con moderación, ya que su exceso puede tener consecuencias (resaca, trastornos cardiovasculares, gastrointestinales, riesgo de accidentes…), sin olvidar que también aporta calorías de las denominadas “vacías” , es decir, una copa de cava o vino pueden suponer unas 70 Kcal, un chupito de licor más de 100 o un combinado cerca de las 300.
También es importante recordar que somos un ejemplo para nuestros hijos y no debemos fomentar el consumo de alcohol delante de menores y menos en exceso, y en ningún caso si        nos vamos a poner al  volante.
Si además de todo esto, terminamos la comida con ejercicio físico ligero (un pequeño paseo familiar o unos juegos con los niños de la casa es suficiente) favoreceremos la digestión.
Con estos pequeños consejos, estas fiestas pueden ser el momento perfecto para disfrutar de la comida en familia, mientras fomentamos unos hábitos con los que podamos «invertir en salud».
 
 
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