No son buenas fechas éstas para la comida emocional, a la que se recurre para llenar un vacío y que sirve de refugio o de recompensa momentánea ante algún malestar profundo; esa que está siempre íntimamente ligada a unas emociones que pueden estar más revueltas en época navideña.

Comer una fruta antes de sentarte a la mesa familiar, entablar una conversación con tu amigo o hermano y contarle como te sientes, respirar profundamente un par de minutos o incluso dar un pequeño paseo justo antes de la comida o la cena, pueden servirte para no caer en la tentación del momento y frenar los primeros impulsos.

«La comida emocional genera culpa y hasta vergüenza, la fisiológica no genera sentimientos negativos.»

Para conocer a fondo este problema y los recursos para enfrentarlos, EFEsalud ha entrevistado a Paloma Fuentes González.

Médico especialista en medicina del trabajo y psiquiatra forense, la doctora Fuentes es responsable del Área de Bienestar Emocional de Mahou-San Miguel, y dirige el proyecto de Felicidad Estratégica en la citada empresa.

La emoción, explica la facultativa, siempre se desencadena por un acontecimiento, tanto externo como interno, porque puede ser algo que pensamos, y una vez que se desencadena nos lleva a actuar o hacer algo.

Cuando hay alguien que tiene un problema y está triste “y se tira al chocolate es porque está buscando un aumento de dopamina instantáneo”, porque la dopamina es una sustancia que ayuda al bienestar emocional.

“Si la persona se decanta por los frutos secos, lo que busca es relajarse con derivados del triptófano, un aminoácido que es precursor de la serotonina, sustancia que también se relaciona con el sosiego”, señala.

Lo que estamos buscando, apunta, es compensar una situación de alarma que se produce en el cerebro ante una emoción.

Comida emocional: el hipotálamo

Y en esto de la comida emocional, el hipotálamo juega un papel crucial porque es el encargado de regular, entre otras funciones esenciales, la del hambre y además la de los estados emocionales.

El hipotálamo, esa glándula hormonal del volumen de un guisante situado en el centro del cerebro, está pues implicado tanto en el hambre emocional como en el hambre fisiológica.

El hambre fisiológica se pude satisfacer con diferentes alimentos, aumenta de forma gradual y puede posponerse, mientras que el hambre emocional aparece súbitamente, es urgente y busca un alimento específico.

Explica la doctora Fuentes que cada vez que repetimos el ciclo de la comida emocional se fortalece “esa conexión neuronal” y se hace más difícil salir del círculo vicioso que supone cualquier hábito no saludable o adictivo.

Para salir de este circulo viciosola primera condición es ser consciente de lo que te está pasando; reconocer que tienes un problema es muy importante. Esta primera premisa, apunta la facultativa, es esencial para cambiar cualquier tipo de hábito que nos hace daño o no nos gusta.

El segundo paso sería identificar los motivos de por qué ese hábito no es bueno para ti (ganas peso, duermes mal, estás más ansioso, no puedes quitarte la comida de tu mente, cuando empiezas a comer no puedes parar…)

Como tercera medida hay que identificar aquellos hábitos que te pueden ayudar a romper el círculo de la comida emocional y que tienen beneficios, como por ejemplo pasear o hacer ejercicio, porque esta actividad favorece la producción de endorfinas. Estas van a producir la misma sensación de placer que si se comiera.

Lo cuarto es repetir todos estos nuevos hábitos de forma constante y planificada y buscar acciones interesantes o novedosas .

Navidad: emociones a flor de piel

Las fiestas de Navidad son fechas en las que las emociones se remueven con mayor facilidad, están más a flor de piel, “y hay carta blanca para muchos comportamientos y no cuentan las cosas que no debes hacer”.

«Uno de los trucos más efectivos, rápidos y fáciles es el de respirar profundamente durante un minuto, contando hasta 60. En ese instante estás mandando una señal al cerebro de que lo has superado.»

Por ello, explica Paloma Fuentes, es importante ser conscientes de tu problema con la comida emocional, “porque en navidades va a empeorar y no está de más tampoco identificar aquellos alimentos que te generan un impulso irrefrenable hacia ellos”.

Para estas fechas y si la persona es conocedora de sus problema, porque recordemos es esencial que lo reconozca,  se aconseja poner en practica sencillos trucos, arriba citados, como el de comer una pieza de fruta antes de la comida o la cena o dar un pequeño paseo.

Sustituir ese alimento que te provoca el impuso irrefrenable por una fruta que te sirva para masticar también es otro truco que se puede aplicar porque a veces simplemente masticar ya relaja, y además le estás mandando un mensaje al estómago de que la grelina, que es la hormona que determina el apetito, tiene que bajar.

Leer y escuchar música son otras medidas que pueden resultar eficaces.

Pilar González Moreno
Fuente: agencia EFE. Salud
http://www.efesalud.com/comida-emocional-navidades

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